Cuando tu país es un estudio de caso: ser un ambientalista indonesio en Yale
Mi experiencia y conocimiento, así como las experiencias de todas las minorías importan, aún cuando estas perspectivas parecen insignificantes por todo el esfuerzo que requieren para hacer que los demás entiendan.
Indonesia, Southeastern Asia
Story by Brurce Mecca. Translated by Melina Gutiérrez Hansen
Published on August 24, 2020.
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Me gradué en mayo de 2019 con un máster en Ciencias Medioambientales de la Universidad de Yale (Estados Unidos). Yo soy de Indonesia, un país conocido por sus diversas culturas, densos bosques tropicales y una inmensidad de problemas medioambientales. [1]
Mi experiencia en Yale fue una historia de conflictos entre mi identidad como ambientalista indonesio y mis estudios con académicos medioambientales que mantenían un enfoque centrado en el mundo occidental [2] sobre mi país de origen.
Para muchos ambientalistas occidentales, Indonesia es un lugar de estudio – un laboratorio enorme para investigar los problemas socio-medioambientales trópicos y salvar la selva tropical. Muchos de mis compañeros estadounidenses trabajaron en Indonesia. Incluso mi asesor de la tesis es reconocido por su investigación de la ecología humana en Indonesia. Lo que me atraía a Yale era la posibilidad de unirme a la mesa de expertos de Indonesia, pero me encontré con mis vistas como nativo de Indonesia siendo constantemente enfrentadas por los académicos occidentales. Por ejemplo, cuando intenté explicar que las intervenciones diseñadas por investigadores del mundo occidental con el fin de reducir los incendios forestales en realidad dañaban las tierras de los agricultores indonesios, fui considerado muy “pesimista”. Para participar en una conversación, aprendí a reformular mi entendimiento sobre mi propio país de acuerdo con su conocimiento preexistente e ideas centradas en el mundo occidental sobre Indonesia.
Cuando presenté mi investigación sobre los problemas medioambientales en Indonesia en Yale, frecuentemente me preguntaban: “¿Qué hace que los problemas medioambientales en Indonesia sean tan únicos, comparados con los de otros países?”. Esto parecía una pregunta completamente normal, hasta que me di cuenta de que esas preguntas implicaban mi defensa de por qué Indonesia merecía ser reconocida por la comunidad académica. Para mis compañeros y profesores, la investigación que merece la pena es aquella que genera nuevas ideas. Ellos veían Indonesia como un laboratorio gigante y misterioso en el lejano oriente, útil solo para crear hipótesis.
Aunque Yale se enorgullece por albergar extensas investigaciones sobre Indonesia, descubrí que la mayoría de los investigadores solo asociaban Indonesia con uno de dos problemas – deforestación tropical y orangutanes. Por ello, para generar interés en mi investigación de las comunidades afectadas por la conservación de las zonas turberas [3], tenía que hablar sobre temas como la “deforestación” o la “pérdida de la biodiversidad” que podrían interesar a los investigadores de Yale, aunque yo no me centraba en dichos temas. Aún siendo el experto residente de las pólizas de zonas turberas en Yale, viví una sensación constante de inferioridad y rechazo por los académicos occidentales que trataban con Indonesia porque el conocimiento que yo generaba solo se basaba en el valor de cómo podría encajar en sus prioridades. Aprendí que, para que mis puntos de vista fueses respetados y entendidos, primero tenía que entender las perspectivas de mis compañeros y profesores occidentales, y aprender a hablar en la manera de Yale. Segundo, me di cuenta de que Yale, que estaba tan profundamente integrada en su centrismo de Occidente, posiblemente nunca entendería la complejidad de mis perspectivas. Esto conllevó a mi tercera lección de Yale: Mi experiencia y conocimiento, así como las experiencias de todas las minorías importan, aún cuando aquellas perspectivas parecen insignificantes por todo el esfuerzo que requieren para hacer entender a las demás personas. Me llevó mucho tiempo antes de aprender como contar mi propia historia y ser escuchado. Con suerte, más personas como yo estarán en los entornos académicos y los que sigan no tardarán tanto porque sus experiencias serán reconocidas adecuadamente desde el comienzo.
Notas a pie de página
[1] Particularmente entre antropólogos medioambientales, Indonesia es infame por sus conflictos medioambientales: intereses económicos que destruyen la selva tropical, desregulación de la protección medioambiental patrocinada por el estado, contaminación de plástico masiva en los océanos, y por supuesto los orangutanes en peligro de extinción.
[2] Con “centrado en el mundo occidental” me refiero a la priorización de las perspectivas europeas y norteamericanas en todos los problemas; en este caso, en particular la deferencia de la investigación europea y norteamericana sobre Indonesia frente al conocimiento de los indonesios mismos.
[3] Más información en mi perfil CIFOR: https://www.cifor.org/feature/usaid-cifor-fellowship/brurce-muhammad-mecca/ or Tropical Resources Institute profile: https://tri.yale.edu/people/brurce-mecca
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