Recuerdo cuando estaba en la escuela secundaria y mis amigas empezaban a tener sus periodos. Tenían 12 o 13 años; una de ellas tuvo su periodo cuando tenía 11 años. Como portadora de un útero, yo naturalmente me preguntaba cuándo tendría mi primer periodo, porque en la escuela nos enseñaron que durante nuestra adolescencia nuestros cuerpos cambian y se desarrollan de niña a mujer. Cuando cumplí los 16 y todavía no había tenido mi primer periodo, tuve la sospecha de que mi cuerpo no era igual al de otras niñas. 

Grité a todo pulmón: “¡Sí, soy normal!” 

Espere y espere, aceptando mentalmente el hecho de que quizás yo nunca iba a tener mi periodo y experimentaría un ciclo menstrual, hasta que un día mientras estaba en el inodoro noté algo de sangre. Tenía 16 años y medio y pensé, ¡ahí está! Grité a todo pulmón: “¡Sí, soy normal!". Aun así, después de mi primer periodo no volví a sangrar durante otro medio año. Pensé, está bien, mi ciclo menstrual solo tiene que estabilizarse y luego se convertirá en un ciclo regular como el de muchas de mis compañeras portadoras de un útero. Tenía 16 años y aunque sabía que era una edad mucho más tardía de lo habitual para empezar a experimentar mi ciclo menstrual, pensé, es algo que sucede. No hay nada demasiado extraño en ello. Sin embargo, cuando le conté a mis amigos y familiares de mi experiencia con mi ciclo menstrual, me di cuenta por sus reacciones que posiblemente lo que estaba experimentando, o la falta de ello, podría ser algo que tendría que investigar a profundidad. Como cualquier persona curiosa haría, me puse a buscar en Google cosas como “periodo irregular” o ``periodo inexistente”. 

Empecé a leer libros sobre enfermedades hormonales que afectan el ciclo menstrual. Encontré una enfermedad llamada el Síndrome de Ovario Poliquístico, o en sus siglas en español SOP. Los síntomas de esta enfermedad incluyen: periodos irregulares, acné, subir de peso o tener dificultades en bajar de peso; incremento de niveles de testosterona y aumentando el riesgo de cáncer de cuello uterino debido a los niveles elevados de testosterona [1]. 

Sí, es el clásico quiste en los ovarios. Claramente es el SOP. 

Tenía sospechas de que el SOP pudiera explicar por qué raramente he experimentado mi periodo, fui al médico para confirmarlo. Durante una ecografía interna, se descubrió que mis ovarios están cubiertos de quistes. El ginecólogo que vino a dar el diagnóstico miró la pantalla y dijo, “Sí, son los clásicos quiste en los ovarios. Está claro que se trata de un caso de síndrome de ovario poliquístico".

Aunque me sentía aliviada por tener un diagnóstico claro de lo que causaba que mi cuerpo estuviera como estaba, también sentí una sensación de tristeza. Sentí una sensación de pérdida, al saber que muy probablemente no podría concebir un hijo de forma natural, o que me resultaría difícil hacerlo. Sentí una sensación de frustración por tener, una vez más, algo que me hacía sentir diferente a las demás mujeres. Siempre pensé que mi cuerpo era diferente, desde que tenía escoliosis a hidrocefalia y ahora esto. El diagnóstico del síndrome de ovario poliquístico confirmó mis preocupaciones de que realmente era diferente. 

Ahora tengo 23 años, y desde que me diagnosticaron he aprendido mucho sobre el SOP. He aprendido a ajustar mi estilo de vida para minimizar los efectos del SOP, como cambiar los ejercicios que hago y mi elección de alimentos que hago de vez en cuando (no puede renunciar a algunos placeres prohibidos!). Aunque la causa fundamental de SOP no está clara, afecta al 5-10 por ciento de las mujeres de todo el mundo [1], lo que lo convierte en el desorden hormonal más común entre las mujeres. Espero que al contarles mi historia la gente sea más consciente del SOP y espero que el aumento de la investigación pueda conducir a la cura para este trastorno. 

[1] https://www.degynaecoloog.nl/onderwerpen/pcos-polycysteus-ovarium-syndroom/